jueves, 25 de febrero de 2010

Sinuosidades


Se va deslizando, el camino de hormigas
La paciencia es eterna cuando no apremia la prisa
cuando despacio es mejor, organizarlo esta bien
y vivirlo resulta pleno.
Sinuoso, lleno de ojos y cadáveres diminutos que
no llegaran a apestar
la eternidad no es una palabra que llene nuestros vacíos
y tampoco existe en un léxico que solo concibe
ternura real, irreverente hasta el punto de una grosería
que suave como una brisa acaricia el morbo.
En las grietas, se acumulan los nidos
se prepara el combate y se almacenan los suspiros
Que irrefutables van a dar a algún rostro
cuando la ausencia de uno importante se hace
dolorosamente evidente.
Mil besos y solo uno y otro que importe
un millón de puntos rojos y negros se insinúan en
un tronco que tiene la edad misma de la vida
y mi piel sin el tacto tuyo, terminara pulverizada
y seré comida pedacito a pedacito, por
el señor olvido, el señor hastío... que marchan
en primera fila dirigiendo el combate hacia mi
prendida de esta copa envejecida, donde cuando niña
me mecía sin parar, y acertaba el suelo de pie.






Fotografìa: Vòmito de Flores

lunes, 22 de febrero de 2010

Felipe


He abrazado el dolor como una cura implacable
he ido de menos a mas, abrazándome el pecho
cada vez con mas fuerzas y menos esperanzas.
He invocado un adiós apresurado, e intentado
tomar un camino aletargado en la paciencia.
Pero mis manos han fracasado, porque han seguido buscándote
mis labios han sido derrotados, por tu nombre
y mi rostro nunca se ha cansado de recibir tu sudor goteando.
Permaneces, y sobre todo en mis sueños, arrancándome
lentamente de los brazos de Morfeo, y obligàndome
a descansar en los tuyos, que me sostienen débilmente
y el miedo constante de caer, es lo único mas fuerte.
Miro hacia atrás y eres como una realidad alterna
como una burbuja efímera de calma, paz y éxtasis
como un momento pausado, sin oxigeno ni gravedad, en un
colchón de plumas, y algodón perfumado en euforia.
La tranquilidad ha sido el aderezo de mis días desde entonces
pero no puedo aliviar el pinchazo de angustia
cuando tu cara aparece en la oscuridad de mis párpados
y los momentos a solas te pertenecen íntegros...
Te espero todas las noches, cuando la inconsciencia me roba
la furia y la reemplaza por una urgente necesidad de tus manos
mi cuerpo te grita, con el calor de este verano eterno
que despertaste y que ahora no puedes amedrentar.
Mis manos crean ilusiones de tus caricias que esparzo sobre mi sabana
para que se me peguen al cuerpo cuando ruedo, buscándote en un
vacío sin nombre, ni edad, ni tiempo de caducidad.
Se ha ido contigo mi cordura, mi orgullo, mi sombra...
Me he quedado solo con el recuerdo marchito del ultimo beso
tu mirada segura sobre mis ojos temerosos, y el miedo en tu voz
la ultima vez que deje me acariciara el rostro.
Ni eso me impide esperarte, y de hecho casi desear desesperadamente
que renueves mis sonrisas, mis sueños y mis fantasías,
con tus prisas tan convincentes, y tu voz tan fuerte.
Con aquello que viniste a sembrar en mi vientre y que hace
tan difícil el decirte adiós, pero esta vez en serio...
sin la esperanza tonta de que me arrebates un te quiero
sin la esperanza vacía de que no me dejes ir.
Fotografìa: Vomito de flores.

sábado, 13 de febrero de 2010

Mártir


En ciertas partes del techo la humedad ha pasado factura, la pintura esta cayéndose; como si hubiera un ataque de caspa en cualquier lugar de la habitación.
Un retrete en el rincón, grilletes oxidados, el piso maltratado por mis numerosas caídas, y mi cuerpo magullado en el olvido.
No hay espejos, y los días transcurren sin más variaciones que la reducción de comida y el aumento de los golpes.
He desvariado en pesadillas, o despierta, la noción real del tiempo no es algo innato a mi condición actual. No se si han pasado años, no se si han pasado siglos, porque al parecer mi cuerpo ha envejecido a raudales bastante serios.
Mi cabello rapado, mis senos marchitos que son usados por bocas-manos que quieren arrancarme puñados de libido perversa, no entiendo porque siguen tocando un cuerpo lleno cada vez mas de cicatrices no merecidas y huesos como protuberancias, como el hambre que pugna por salir y gritar.
Hay momentos en los que trato de mantener la lucidez, entonces camino y los 4 metros siguientes a donde me encuentro se vuelven un desierto, un largo camino desértico donde nada mas hay a los lados estatuas de hombres malvados, demasiado grandes y demasiado fuertes, que miran seriamente mi andar descalzo, desvalido, ausente en la tierra, carente de recuerdos firmes.
Y muy lejos... muy lejos, una puerta que nunca se abre para bienestar mío, es como un portal entre dos dimensiones, y yo me encuentro en un túnel transversal que usan los viajeros para descansar, divertirse, desahogar su rabia y malcriar la perversidad latente en sus manos llenas de mi sangre. Desde violadores con látigos y dagas delicadas, hasta mujeres con esponjas que no me miran a los ojos ni responden a mi llanto más que con brusquedad y enojo. Acaso reconocí alguna vez un dejo de compasión que se esfumo cuando grite ayuda, desde entonces he renunciado a la idea de la solidaridad, habiéndola olvidado, habiéndola dejado lejos, allá, con mi hogar o la idea que tenia de el.
Ningún hombre me había tocado y al cruzar aquella puerta encontré golpes masculinos llenos de una virilidad insegura que se derrumba con el tiempo y que necesita reafirmarse con la violencia.
Se me ha acabado la inocencia, y no recuerdo que hay más allá de estas 4 paredes y el olor a mis propias micciones que emanan del retrete sucio y oxidado en la esquina.
No tengo espejos, pero adivino mi apariencia al palpar mi sangre seca, mi sexo húmedo de inmundicia, y mis ojos con lagrimas tan secas como el desierto... en el que vuelvo a caminar desesperada tratando de encontrar cordura, alejándome de mi cama de lona dura, acercándome a una puerta, con la que fantaseo día y noche, pero que nunca se abre para mi propio bienestar.
Fotografia: Vomito de flores

martes, 9 de febrero de 2010

Musitando


Luces tan ígnea
Musitando las líneas de un libro
De hojas gastadas por el sol
Por millones de ojos-dedos.
Tus pestañas alguna vez
Pertenecieron a las nubes?
No contestes las respuestas
Sobreentendidas e innecesarias.
Ya conozco tu caminar descalzo
De elegancia común.
Ya conozco tu timbre descomunal
En ternura y alevosía por las maneras
Amaneradas.
Te ves tan enérgica, cuando peleas
Con las flores por un rayo de sol.
Te quiero en mi alcoba
Jugando con la ventana a que
Me alumbras más que la luz
Que se cuela por ella.
Tus labios se los robaste al bosque?
Ya te pedí que no me respondieras
Es obligado tu silencio o es que acaso
Se molesto tu orgullo innato con
Mi desfachatada falta de moralidad?
Luces tan fugaz cuando sonríes
Soy descarado por mirar donde tus
Ojos no residen?
Seguramente le robaste tus formas
Al camino, ese por el que viniste
Una mañana mojadísima en lluvia.
En lluvia y sueños tardíos, de una
Juventud que me abandono hace
Casi siglos, pero que sigue dejando
Rastros en mi almohada descuidada.
Ahora te sonrojas, siempre pensaré
En voz alta cuando estés aquí
Desnudas mi sesera y todo es
Transparente cuando el brillo
De tus pupilas atraviesa la corteza.
De un árbol o algo no tan resistente.
Te dije que ya conozco tus movimientos
No separes el cabello de tus mejillas
Sé que te apetece comértelo, cual ramas
De abedul que acariciaste coquetamente
Aquella noche caminando alrededor
De un lago que salio de mis ojos.
Si, tal vez estoy loco, pero te conozco
Y eso la locura no me lo quitará.
Las huellas de tus posesiones robadas
Las marcas de tus manos intactas de paz.
Accede a caminar sobre mi virginidad, querida.
No sonrías, dime que si y hazlo. O tu sonrisa
Me invita a forzarte?Ahora miras los pliegues de tu falda.
No querida, no te preocupes…
No se arrugara si nos acostamos sobre ella.

La Piura!!


Quema, aunque el cielo sea gris
aunque sea invierno.
Quema, aunque el mar la bañe
aunque en ella plantas enormes crezcan
plantas de fruto dulce-amargo.
Su gente tiene el rostro arduo
y llevan cicatrices marcadas por el sol
y las inclemencias de una vida
que pasando aquí tiene un tono rojo,
como el cielo en su hora mas dolorosa
cuando el sol cae entre gigantes anorexicos
incendiando su estructura larga...
tan frágil como la yema de un huevo se va
cerpenteando en el mar dice adiós.
Y nos cae en la ventana horas después
horas en las que morimos de calor
dormimos sobre los techos o con la puerta abierta
jugamos a lanzarnos globos llenos de agua
tomamos cervezas muy heladas.
Los campos lucen verde esmeralda
y el arroz nunca alcanza, pero siempre
hay fiesta los viernes y sábados
y la apacibilidad de los domingos en alguna playa
o algún río, o alguna piscina si se puede pagar.
Quema... y al caminar descalza la he sentido palpitar
como esos corazones que se mueren de colesterol
pero nunca de infelicidad.
Luce hermosa antes de ser violada por el asfalto
y son esos lugares mis preferidos
donde solo caminan los burros, y las carretas aladas
Donde los niños juegan con piedras, despiertan al alba
y lucen siempre una sonrisa que esta a punto de estallar.
Mi tierra quema, y estamos al norte
el sol la enriquece, el mar la nutre
y ella solo nos hace disfrutar además de su temperatura,
todo lo que no alcanzaría a describir.

Sin itinerarios


Y casi palpando el cielo
embriagada de soledad
disfrutando una compañía
tan efervescente que se me va
tan pronto le digo hola.



Corriendo entre montañas
copadas de blanco
Saltando entre nubes de colores extraños
Buscando en la playa la piedra mas bella,
para comprar con ella una eternidad.



Sin rutas, se suceden mis días
me acaban las noches
Y regreso al mismo punto
pero no el mismo lugar.
La travesía infinita
de esta incógnita protagonista
es mas divertida cuando dejo de llorar
y a la par que se funden mis sonrisas
van muriendo mis nostalgias
y un nuevo destino se aloja
muy lejos... allá
en un horizonte ámbar
que a veces se tiñe de rojo
solo para hacerme soñar.

Sin itinerarios




La verdad se esconde en tus ojos y esta colgando de tu lengua Empezando a hervir en mi sangre, pero tu crees que no puedo ver la clase de hombre que eres , si es que en realidad eres un hombre.
Bueno, encontrare la forma de saber eso por mi misma.

Decode-Paramore



Ida... columpiandose en sus cabellos, en sus largos y trémulos cabellos. Con la verdad en la punta de los dedos, esperando un cuerpo sobre el cual esparcirla, como tinta suave de miel.
Envolviendo regalos en su piel, y jugando a la sorpresa anticipada que le regala un extraño con tonos oscuros en el rostro y en la voz melodías graves.
Ausente, callando y esperando que el silencio le traiga algo mas una oscuridad indescifrable en sus párpados, que no tienen dueño...Y bailando entre sueños plateados logra dormirse, esperando que el sol de la mañana no solo entibie su cama, sino sus dedos fríos y tensos de tanto gritar.
La luna socorre sus penas, y ella sigue estando dormida entre las sabanas de hojas sueltas... De ideas que como hilillos azules se despegan de su cráneo cansado de pensar.En su letargo camina, corre, flota... siempre mirando hacia el frente, sabiendo a donde llegar... Sabiendo que aunque no haya un destino ni un acompañante el camino es digno.

Edmund


A mi no se me ha ido del seso, las manos de Edmund jugando en mi falda, ni las miradas angustiadas de las criadas.
A mi no se me escapaba, el morbo que perseguía desnuda en las noches, tratando de encontrar consuelo, a mi alma egocéntrica y mi cuerpo hambriento.
Aún recuerdo las noches en vela jugando a que tú me querías y Edmund era un latido, un suspiro y una muerte pequeña; Edmund representaba no solo un remolino de colores, sino aquel óleo en el que se materializò tu sonrisa que pende despacio, ensuciándose de décadas en un muro que no miran mas los extraños admirados.
A mi no se me van tus manos hambrientas, ni tus escapadas y la agilidad para forzar una cerradura, que era lo único que nos separaba, y las criadas angustiadas, prometiendo esconder con secretos caseros, las marcas que tu boca con dulce veneno, sembraba en mi piel.
No se me escapa aún tu último suspiro, ni la mancha de sangre en el vestido, ni la sensaciòn de ahogarme en un corcè.
Aún no se me olvida, la razón de aquel puñal escondido en mi cinto, los celos que perturbaban hasta tu entrega mas blanca alimentando mi locura mas mordaz.
Y aún no me perdono-sobre todo- el no haberte creído, y no haber siquiera compasión sentido, cuando hundí el cuchillo en tu corazón que creía sólo mio.
Desde entonces permanezco, y aún escucho vagamente, que engañas a la cerradura, para colarte una vez mas en mi cama, y entonces no me muevo, ni respiro... y te espero.