"Hace frío, mi cabello corto se mece y mis manos cruzadas en el pecho no me protegen... el sol se oculta, sólo el cielo teñido de colores inexpresables me cobija y la percepción única de algo diario con un sabor diferente cada ocaso. Fotografías, de sueños; que caminando lentamente se marchan a dormir con una tortuga en el patio trasero, que come hojas tiernas, y duerme en otoño en un mar de arena blanca. Yo voy siguiendo los rastros de mis ilusiones mas cuerdas y mis llantos mas lucidos, he olvidado la razón y ella huyó de mi, acaso porque mi posada desordenada resultaba caótica. Series inconclusas, de relatos imprevistos, improvisados, inenarrables; cubren como alfombra una habitación que no me contiene privada sino expuesta al patio trasero donde danzan fantasmas y duendes. Las pesadillas casi cotidianas a las que me acostumbro poco a poco se suceden con mas frecuencia, y no me estremezco mas cuando alguien destapa mi cuerpo o jala mi almohada, digo en un susurro un ruego de paz y luego caigo rendida en un cansancio inexplicable que no se ajusta a mi andar nocturno. Ocasionalmente cuando se marcha la inactividad subo a la azotea, y por la noche bañada en estrellas y envuelta en volutas de humo sin humor extiendo mis brazos entumecidos y con lo plateado me marcho a la cama a esperar una pesadilla o algún sueño disparatado. A la tarde siguiente intento protegerme con mis brazos, pero no resulta y renuncio, y mis sonrisas tampoco bastan ocasionalmente y también dejo en paz mi rostro, olvidándome de la voluntad y dejándole el paso libre al infortunio."
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario